El Miedo a Ser Claro
Desde principios de noviembre, el sol, antaño un vigilante constante y predecible, se ha vuelto un espectro esquivo. En su ausencia, los días grises se han sucedido con un ritmo opresivo, apenas interrumpido por lluvias intermitentes que parecen lavar el ánimo colectivo sin llevarse consigo la sombra de los últimos meses. En las plazas, el murmullo de la protesta resuena como un eco de algo que alguna vez fue poderoso, ahora diluido en consignas repetidas y rostros endurecidos por la resignación. La llegada de un nuevo gobierno no ha traído luz ni claridad; más bien, parece un telón que cubre viejas estructuras con un barniz apenas perceptible de novedad. La maquinaria del poder se ha reconfigurado para parecer otra cosa, pero su esencia permanece inmutable. Como un engranaje ineficiente, el sistema judicial, legislativo y ejecutivo se han fusionado en una única entidad amorfa. Las caras familiares aparecen una y otra vez en los despachos y las ...