Entre el trabajo y la vida

 


Al sumergirme en el fascinante viaje del envejecimiento, surge inevitablemente la pregunta en la mente de quienes me rodean: "¿Cuándo planeas retirarte?" Esta interrogante refleja más su propia incertidumbre sobre si están en el camino correcto o si deben ajustar sus estrategias de vida. Para aquellos afortunados por nacimiento, el retiro comienza desde su primer biberón; para los cazadores de fortunas, el trabajo es su guía constante; pero para los nacidos en la humildad, el trabajo es una necesidad ineludible.

Lo más intrigante de todo es que mi generación no conoce de retiros. Continúan luchando en la batalla de la vida hasta que el azar, ya sea una enfermedad, un accidente, una herencia, o incluso un golpe de suerte en la lotería, altera su destino. Las generaciones más jóvenes, impulsadas por expertos en jubilación, trabajan incansablemente hasta desgastarse físicamente, con la esperanza de disfrutar de un retiro financiado por sus ahorros, para viajar y vivir experiencias.

Creo firmemente que si amas tu trabajo como yo amo el mío, es difícil desprenderse de él. Por ello, es esencial buscar pequeños placeres regularmente, como viajar, escribir, pintar, correr o simplemente disfrutar momentos de tranquilidad.

Si persistimos en esta tendencia demográfica actual, nos enfrentamos a un futuro donde la mayoría de los habitantes de nuestra isla serán mayores de sesenta años. Esta realidad plantea desafíos significativos, tanto en términos de fuerza laboral como de política gubernamental. En lugar de una población laboral predominantemente joven y enérgica, nos encontraremos con un panorama laboral dominado por personas de mayor edad, lo que podría repercutir en la productividad y dinamismo económico. Además, este cambio demográfico obligará al gobierno a reevaluar y fortalecer sus estrategias y recursos para atender de manera efectiva las necesidades de una población envejeciente. La carga de cuidado, salud, y bienestar de los mayores se convertirá en una prioridad aún más apremiante, exigiendo innovaciones en políticas públicas, sistemas de salud y redes de apoyo social. Este escenario plantea la necesidad de una reflexión profunda y una planificación anticipada para asegurar un equilibrio saludable y sostenible en nuestra sociedad.

Encontrar un equilibrio entre el trabajo y el ocio es crucial para no caer en enfermedades como accidentes cerebrovasculares o cardíacos. Trabaja, pero haz tiempo para viajar; trabaja, pero dedica tiempo a dibujar o escribir tu gran obra; trabaja, pero mantén tu vida social activa; trabaja, pero no descuides tu ejercicio matutino. El día que pierdas este equilibrio, la vida te pasará factura, ajustando cuentas contigo.

Así que cada vez que me preguntan cuándo pienso retirarme, respondo que disfruto tanto lo que hago, mis reflejos siguen siendo agudos, mi conocimiento es más amplio que en mis tiempos de leche materna, que en verdad, mi destreza mejora por día, que no veo la necesidad de dejar de hacer lo que amo.

Lamento profundamente a aquellos que no disfrutan lo que hacen, pues la depresión amenaza con robarles lo más preciado que tiene un ser humano: las ganas de vivir.

*El autor es Catedrático y Cirujano Pediátrico del RCM. Citas (787) 340-1868.


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