Una Solución a la Crisis Energética
El tema de la energía en nuestra isla, que fluctúa tras el costoso esfuerzo de privatizarla, es uno de los problemas más graves que enfrentamos actualmente. Esta situación es comparable a una malignidad que socava constantemente la salud mental, física y emocional de nuestra población. Este problema no solo afecta nuestro bienestar diario, sino que se siente aún más agudo en un año electoral cuando deberíamos estar enfocados en la reconstrucción y no en la destrucción de nuestras bases.
La constante inestabilidad del suministro eléctrico gestionado por Luma se ha vuelto intolerable para la gente. Además, esta precariedad en la energía se combina con la escasez de uno de los recursos más vitales y preciados: el agua. Esta dualidad de carencias genera un estrés añadido en la vida cotidiana de los ciudadanos, exacerbando la sensación de inseguridad y desamparo.
En un contexto donde ya lidiamos con serios problemas como el crimen organizado, la corrupción política, la mala inversión en el sistema educativo y una situación decadente en el cuidado de la salud, la crisis energética emerge como un nuevo germen de desasosiego y desorientación. Es una enfermedad sistémica, particular e incurable que afecta todos los aspectos de nuestra vida. La frecuencia de los apagones y la incapacidad para mantener un suministro estable de electricidad son síntomas de un problema más profundo, arraigado en la gestión ineficaz y la falta de visión a largo plazo.
Sin embargo, no todo está perdido. La Universidad de Puerto Rico (UPR) cuenta con algunos de los mejores profesores y estudiantes en el campo de la ingeniería y administración, quienes están más que capacitados para intervenir y ayudar a resolver esta crisis energética. Estos expertos pueden proveer, estructurar y mantener un sistema energético más robusto y eficiente.
Si permitimos que ingenieros y otros administradores con conocimiento y experiencia de la UPR intervengan libremente, podemos lograr un cambio significativo en nuestro sistema energético. Estos profesionales tienen el conocimiento técnico y la capacidad de innovación necesarios para desarrollar soluciones sostenibles y a largo plazo.
Es ilógico esperar que las cosas cambien si seguimos utilizando las mismas posturas de siempre para elegir a nuestros candidatos y gestionar nuestros recursos. La inercia de mantener el statu quo solo prolonga y agrava nuestros problemas. Es imperativo que los ciudadanos tomen conciencia de la necesidad de un cambio dramático en el liderazgo y en las políticas públicas. De lo contrario, esta enfermedad energética continuará consumiendo nuestras vidas y nuestras esperanzas de progreso.
Cada apagón de Luma no es solo una interrupción de la electricidad; es una pérdida tangible de calidad de vida. Enfrentarnos a cortes de energía en medio del calor infernal no debería ser una norma aceptada. Sin embargo, la frecuencia de estos apagones ha hecho que leer sobre cientos de miles de personas sin electricidad se vuelva tan común como deshacerse de sus propios desechos. Este nivel de resignación es inaceptable.
La afectación es total; toda la isla sufre las consecuencias de este caos eléctrico intermitente. La situación es crítica y, si no tomamos acciones drásticas, nos enfrentamos a la posibilidad real de perder nuestra isla tal como la conocemos. No es solo una cuestión de incomodidad temporal; es una amenaza existencial que exige una respuesta decidida y valiente.
Hacer algo drástico no es una opción; es una necesidad. Ya no podemos permitirnos el lujo de la complacencia. La situación exige un despertar colectivo y una acción unificada para salvar nuestra isla del abismo energético en el que se encuentra. Si no actuamos ahora, la historia nos juzgará por nuestra inacción y por haber permitido que nuestras vidas y nuestra isla fueran consumidas por esta crisis.
La intervención de los ingenieros y administradores de la UPR puede ser el primer paso hacia un cambio verdadero y duradero. Aprovechemos el talento y el conocimiento que tenemos en nuestra universidad para construir un futuro energético más estable y próspero para Puerto Rico.
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