Locura es hacer lo mismo una y otra vez, y esperar resultados diferentes


 

Las palabras de Albert Einstein reflejan claramente la situación actual en Puerto Rico, donde la persistencia de sistemas fallidos ha generado un futuro lleno de incertidumbre. La privatización de servicios esenciales, como la energía, ha sumido al país en una crisis sin precedentes. Los apagones frecuentes interrumpen la vida diaria de miles de personas y paralizan la distribución de agua, poniendo en grave riesgo la salud pública. La falta de servicios confiables de electricidad y agua agrava los problemas de salud física y mental, además de aumentar los costos operativos para los negocios.

Asimismo, el estado de la infraestructura, como los alcantarillados mal mantenidos y las carreteras rurales en deterioro, presenta nuevos retos. Con una simple lluvia, se producen inundaciones graves, y la erosión ha destruido muchas vías, dejando comunidades incomunicadas y sin acceso a servicios esenciales. El sistema de salud también refleja esta decadencia. Los hospitales se encuentran en condiciones insalubres, mientras que las aseguradoras obtienen ganancias a costa de los pacientes, en un sistema que parece promover muertes prematuras e innecesarias.

La educación no es una excepción, con escuelas funcionando en condiciones deplorables y maestros sin recursos suficientes para brindar una educación adecuada, especialmente a estudiantes con necesidades especiales. La inseguridad sigue siendo un problema crítico, con altos índices de criminalidad y una incapacidad evidente para controlarla. En cuanto a la deuda pública, el panorama es desolador, con una carga impagable que ahoga al país, y propuestas de hipotecar su futuro por las próximas cuatro décadas.

El problema de la vivienda agrava aún más la situación. El auge de los alquileres a corto plazo ha disparado el precio de las propiedades, haciendo casi imposible que las familias locales puedan adquirir una vivienda propia. Esto no solo genera inestabilidad social, sino que también limita las contribuciones económicas de los residentes que podrían ser propietarios.

A pesar de este sombrío panorama, los mismos líderes políticos que llevaron al país a esta situación continúan pidiendo más tiempo en el poder. La corrupción y el oportunismo dominan, con funcionarios que aprovechan sus cargos para enriquecerse. Muchos ciudadanos, especialmente familias jóvenes, están considerando emigrar a países como Estados Unidos, República Dominicana o España, en busca de mejores condiciones de vida. Con la disminución de la natalidad, Puerto Rico se enfrenta al riesgo de tener una población envejecida sin una base laboral sólida, lo que agravará aún más la crisis económica.

Si no se toman medidas drásticas, el futuro estará marcado por más corrupción, ineficacia y un sistema incapaz de garantizar una vida digna para sus ciudadanos. Es esencial un cambio profundo para romper este ciclo y evitar el deterioro continuo de las condiciones de vida. Continuar por el mismo camino solo nos llevará a los mismos, y desalentadores, resultados.

*El autor es cirujano pediátrico y escritor.

 


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