Cuando el Hospital No Puede Más: ¿Qué ocurre con las Transferencias Médicas de Niños?
Imagine que su hijo se despierta en la madrugada con dolor de barriga. Usted lo lleva al hospital más cercano. Le hacen exámenes, le dicen que podría ser apendicitis, pero que “tienen que transferirlo” a otro hospital donde hay un cirujano pediátrico. Así comienza un viaje inesperado que involucra ambulancias, estrés, espera y, a veces, muchas preguntas sin respuesta.
Pero, ¿qué significa realmente una transferencia interhospitalaria? ¿Y qué derechos tienen las familias, los pacientes... y también los médicos?
¿Qué es una transferencia médica?
Una transferencia médica ocurre cuando un hospital decide que no tiene los recursos para atender un caso (por ejemplo, cirugía pediátrica) y coordina el traslado del paciente a otro hospital mejor preparado.
En el caso de los niños con sospecha de apendicitis, esto sucede con frecuencia. Muchos hospitales pequeños no tienen cirujanos pediátricos de guardia, ni equipos especializados para operar a menores de edad. Por eso, el niño es enviado a un hospital con más capacidad.
Lo que se debe hacer
- Los hospitales deben comunicarse claramente entre sí. El hospital que transfiere debe explicar el diagnóstico, los tratamientos iniciados y por qué se toma la decisión. El hospital que recibe debe estar listo para actuar.
- Las familias deben ser informadas y acompañadas. Los padres tienen derecho a saber por qué se transfiere a su hijo, qué riesgos implica, y qué se hará al llegar al nuevo hospital.
- El sistema de salud debe tener reglas claras. No todos los casos necesitan traslado. Algunos niños podrían quedarse en observación si sus síntomas son leves y los exámenes no indican urgencia. Saber cuándo transferir y cuándo no, evita gastos innecesarios y reduce el trauma familiar.
Lo que no se debe hacer
- No se debe transferir por miedo o falta de experiencia. A veces, el personal médico se siente inseguro, y prefiere enviar el caso “por si acaso”. Pero eso no siempre es lo mejor para el paciente. Las decisiones deben basarse en criterios médicos claros, no en temor legal.
- No se debe dejar solo al médico que recibe. Aquí entra un punto poco discutido: el médico que acepta al niño en el hospital de destino es quien asume toda la responsabilidad legal del caso. Y muchas veces, no tiene cobertura de seguro médico-legal para enfrentar esa carga.
¿Y los médicos? ¿Quién los protege?
Cuando un cirujano recibe a un niño transferido, asume la responsabilidad completa del diagnóstico, el tratamiento, y lo que ocurra después. Incluso si hubo errores o demoras en el hospital anterior, el médico receptor puede ser demandado si algo sale mal.
Por eso, es fundamental que el hospital que acepta al paciente también ofrezca cobertura médico-legal a sus profesionales. Esta protección no es un lujo: es una garantía para que los médicos puedan trabajar tranquilos, tomar decisiones difíciles, y cuidar mejor a sus pacientes sin miedo a terminar en los tribunales.
Lo que las familias deben saber
- Pregunte: ¿Por qué se va a transferir a mi hijo? ¿Está en peligro? ¿Qué exámenes se han hecho?
- Exija que se le entregue copia de los estudios o informes para llevar al hospital receptor.
- Sepa que la decisión de transferir no significa que el hospital "se deshace" del caso: significa que quiere lo mejor para el paciente.
- Comprenda que los médicos, como usted, también necesitan respaldo y condiciones dignas para hacer su trabajo.
Las transferencias pediátricas son necesarias en muchos casos, pero deben hacerse bien. Eso implica comunicación clara, decisiones médicas responsables, apoyo a las familias… y también, protección legal para quienes reciben a los pacientes.
Un sistema de salud justo no solo cuida a los niños. También cuida a quienes los cuidan.

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