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Lluvia en la Navidad…

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Había pasado un trienio desde la última vez que las lágrimas del cielo habían acariciado la sedienta tierra. Todo se consumía en la aridez, desde las plantas y árboles hasta los animales, las personas, los ríos y el mismo mar. Un silencio de sequedad envolvía al planeta, como si la lluvia se hubiera exiliado de su deber primordial. El calentamiento solar, como una sentencia ya cumplida, se cernía sobre la Tierra, producto de los estragos causados por las acciones humanas. Ni siquiera las danzas ancestrales de los indígenas, que solían convocar a las lluvias con sus rituales sagrados, lograban atraer la bendición del agua. En la víspera de la Navidad, el cielo, claro como el cristal de la desolación, dejaba ver un sol que ya parecía rendirse ante el agotamiento de sus esfuerzos. Al acercarse la tarde, una extraña congregación de nubes se formó en el firmamento. Un susurro de esperanza resonó en el aire, y entonces, como un regalo divino, comenzó a llover. El milagro, tanto anhelado,

Refugio de un Ángel

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  Pero tú, que eras una criatura de luz, le entregaste a este insensato la oportunidad de herirte, de abusar de ti.   ¿Qué sufrimiento experimento para que abusara así de ti? ¿Qué tipo de trastorno mental lo impulsó   a buscar a alguien más vulnerable?   ¿Qué motivación tuvo para profanar tus partes más íntimas, convirtiendo tu breve vida en algo tan desdichado?   Ángeles danzando en el reino celestial, donde como querubín te has transformado.   Derrama tus bendiciones cuando encuentres la faz de Dios, ruega por mí, pequeño ángel guardián.   No me abandones ni en la oscuridad de la noche, ni en la claridad del día.   --titolugo©mmxxiii    

The history of Cousin Itt

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Once upon a time, there was a man named Ignatius Itt, whose obsession with preserving his hair led him to explore the limits of science. Ignatius did not want to be bald; his desire to sport a lush mane into old age was his most cherished dream. Working tirelessly as a scientist specializing in hair genetics, he immersed himself in a world of experiments and discoveries. Ignatius tried all kinds of potions and hair products, from ointments to creams, and even local and oral hormones. However, his dedication and perseverance bore fruit when, in a fortuitous accident in his laboratory, he managed to create a stem cell injection designed to rejuvenate hair growth in a surprising way. The news of his invention spread like wildfire, and Ignatius became a rich and successful man by selling thousands of his miraculous injections. People from all over the world regained their lost hair, and Ignatius achieved the wealth and fame he so desired. However, what Ignatius did not know was that

La historia del primo Cosa…

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Existió un hombre llamado Ignacio Cosa, cuya obsesión por conservar su cabellera lo llevó a explorar los límites de la ciencia. Ignacio no quería ser calvo; su deseo de lucir una melena exuberante hasta la vejez era su sueño más preciado. Trabajando incansablemente como científico especializado en genética capilar, se sumergió en un mundo de experimentos y descubrimientos. Ignacio probó toda clase de pociones y productos para el cabello, desde ungüentos hasta cremas, e incluso hormonas locales y orales. Sin embargo, su dedicación y perseverancia dieron fruto cuando, en un accidente fortuito en su laboratorio, logró crear una inyección de células madre destinada a revitalizar el crecimiento capilar de forma sorprendente. La noticia de su invento se propagó como la pólvora, y Ignacio se convirtió en un hombre rico y exitoso al vender miles de sus inyecciones milagrosas. La gente de todo el mundo recuperaba sus cabellos perdidos, y Ignacio alcanzó la riqueza y la fama que tanto anhela

Inclusive and Diverse Christmas

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Every Thursday of my childhood was special, as my dad took us to the cinema with the family. My mom always prepared slices of oranges for us to enjoy while watching the show. The theaters, known as 'meaitos,' lacked sanitary services and sometimes emitted a peculiar urine aroma. They were the places where we immersed ourselves in the magical world of the seventh art from seven in the evening. The smell of popcorn partially neutralized the odor, allowing us to immerse ourselves in the stories unfolding on the screen. I fondly remember nights dedicated to vampire, werewolf, and, of course, the iconic Frankenstein creature movies. In those days, actors like Boris Karloff and Bella Lugosi masterfully embodied creatures of the night that lurked and fed on blood. The Frankenstein story always intrigued me, awakening in my subconscious the aberrant possibility of human immortality. The plot revolved around a deranged doctor who, in his quest for immortality, exhumed a corpse and a

Navidad Inclusiva y Diversa

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     C ada jueves de mi infancia era especial, ya que mi papá nos llevaba al cine en familia. Mi mamá siempre nos preparaba lonjas de naranjas para chupar mientras disfrutábamos de la función. Los teatros, conocidos como meaitos, carecían de servicios sanitarios y a veces emanaba un peculiar aroma a orina. Eran el lugar donde nos sumergíamos en el mágico mundo del séptimo arte desde las siete de la noche. El olor a palomitas de maíz neutralizaba en parte el hedor, permitiéndonos sumergirnos en las historias que se desarrollaban en la pantalla. Recuerdo con especial cariño las noches dedicadas a películas de vampiros, hombres lobos y, por supuesto, la icónica criatura de Frankenstein. En aquellos días, actores como Boris Karloff y Bella Lugosi encarnaban magistralmente a criaturas de la noche que acechaban y se alimentaban de sangre. La historia de Frankenstein siempre me intrigaba, despertando en mi subconsciente la posibilidad aberrante de la inmortalidad humana. La trama giraba

Una Navidad a los ocho años…

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  En la calle Atlas, bajo el manto de la noche navideña, resonaba la algarabía de los niños que, con ocho años en promedio, soñaban con los regalos que traería consigo la esperada Navidad. La ilusión se palpaba en el aire, mientras algunos anhelaban bicicletas, patines, grabadoras portátiles o sets de soldaditos de plástico, deseosos de mostrar a sus vecinos las maravillas que Santa Claus les dejaría. A pesar de conocer el secreto detrás del mágico personaje, yo también compartía la expectación de mis amigos. Sin embargo, la preocupación se cernía sobre mí, temiendo que la mañana siguiente llegara y no tuviera nada que mostrar. Bajo el árbol de Navidad, los regalos solían llevar pequeñas iniciales, y al observar detenidamente, noté la ausencia de la mía. ¿Había sido un poco travieso con mamá? ¿O acaso no había suficiente presupuesto para un regalo que llevara mi nombre? Recuerdo los tiempos en que éramos más pequeños, y los regalos aparecían como por arte de magia